¿Cómo se llega a ser una mujer rota?
Cuando una mujer se cree el típico discurso engañoso de la seducción y permite que alguien se posicione a sus pies, se cree tener un esclavo, pero no es más que la sutil y perversa manera de poseer un amo. Entre tanta dialéctica que existe entre el amo y el esclavo, ¿por qué besar los pies o dejar que te besen los pies? Esto, sólo te hace nudo los pies y con un nudo en los pies, no se puede caminar.
La vulgar seducción capitalista que enseña y educa a los hombres en la conquista, es conquistar lo que está alrededor de la mujer y no a la mujer. La mujer a falta de fuerza, de dirección, al verse rodeada de miradas deseantes, suelta su deseo para ser el deseo del otro. Permítanme decirlo: mujer, estás en peligro.
Por cada mujer que se deleita presumiendo el amor de su hombre, hay otra detrás orando por ese corazón que está en camino a ser roto, pidiendo que después del fracaso, se convierta en una verdadera mujer rota, inteligente, valiente, autentica. Que ya no se permita en ese espacio vulgar capitalista, que se fortalezca esa cualidad de rebeldía ante el sistema que nos gobierna no permitiéndole al seductor argumentos comunes y básicos, cuando el seductor utiliza estos recursos tan básicos, es todo… menos Amor a una mujer.
El hombre vulgar no seduce a la mujer, seduce al ejército que rodea a la mujer y es entonces donde la mujer se confunde y empieza a creer en las tácticas de las técnicas más comunes, más baratas emocionalmente. Si la mujer está rota, es una rotura necesaria para alcanzar la felicidad subjetiva y su esencia primitiva que la convierte en un enigma. Aprovecha su necesidad de prótesis para crear, cambiar, conquistar, innovar. No lamenta su ruptura, sino; ocupa su ruptura.
La mujer rota o aprende y se asume o mira atrás y se convierte en sal. Hipnotiza con sus cicatrices que utiliza para elaborar poesía, dibujo, danza, teatro, arte.... ¿psicoanálisis? Vive, corre, brinca, llora, siente, sin hacerse dura ni más consciente, al contrario, puede ser una niña que explora el mundo antes de ser advertida, así como posee coraje, valentía, firmeza con la que se atreve, se arriesga, se enfrenta, se hace cargo de su inconsciente. Se permite que duela, no se resta en los encuentros, brilla sin tener que decir una sola palabra. Despierta, se libera del fantasma. La mujer débil y en formación, duerme en vigilia y cuando sueña, despierta, manifestando en el sueño esa realidad oculta, esa realidad que duerme cuando se cree despierta.
Mujer, si estás rota es porque estás viva, eres la única que tiene la oportunidad de encontrar la inestabilidad que sea tu estabilidad, siéndote fiel a ti misma, haciendo lo que se te antoja disfrutando lo absurdo que puede ser este mundo. La mujer rota ya no cree en el ejército que la envuelve, cree en ella. Los fracasos se convierten en intentos, intentos que siguen palpitando.
La mujer rota podemos ser todas, porque a todas nos han partido el corazón o van en esa dirección. La diferencia entre una mujer rota y una mujer que se desconoce como tal, es la aceptación de estar rota, a esta le es imposible la transformación. A la mujer rota ya no la conquista ni el capitalismo ni los cuentos de hadas. La conquista lo desconocido, la autenticidad, la aventura, la rebeldía, el fuego, el aire, las alturas, la adrenalina, el sol, la tierra, la música, el arte, la espontaneidad, es víctima de la apreciación natural puesto que es su propia naturalidad de mujer rota la que habla, se expresa, construye y elabora. Si hay un grito de libertad, no hay otro más sincero que el de la mujer rota.
Por. Karla Caravantes
Ilustración por: Sabar.
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