Monday, 21 August 2017

Enfermedad capitalista: El sujeto vuelto objeto y el objeto vuelto sujeto

La sociedad, inmersa en un sistema el cual nos expone a la alienación –momento en que lo instituido domina lo instituyente-, el hombre no es ya la medida de todas las cosas, sino que es atravesado y manipulado por fuerzas mayores, entre ellas, la economía, el lenguaje, el inconsciente, la institución. Esta sociedad, lleva a construcciones destinadas a dar cuenta de las formaciones y procesos psíquicos inconscientes movilizados en la producción del vínculo y del sentido, este agrupamiento social, permite pensar un orden específico de la realidad psíquica del sujeto con el conjunto intersubjetivo del que forma parte y al que da consistencia, estos procesos nos lleva a un acuerdo social que nos permite relacionarnos unos a otros mediante ciertas reglas que regulen nuestros comportamientos y nos conduzcan a la “adaptación”. Muchas tendencias adaptacionistas que han caracterizado al sistema social de producción, determinan prácticas psicológicas que contribuyen a privar al sujeto de su capacidad deliberante y deseante.

El humano, al verse inmerso en un discurso ya establecido, utiliza recursos necesarios que le contesten aquellas preguntas que permita darle un sentido a su existencia. El sujeto dentro de un contexto se aliena, entonces muchos comportamientos ya no son propios, sino aprendidos, o mejor dicho mecánicos, se sigue reglas porque son impuestas y ni siquiera se ponen en duda, esto nos lleva a sujetos vueltos objetos en la fascinación de la alienación y por otro lado los objetos hablan con voces desconocidas sometiendo a los caprichos de la moda, convirtiéndose entonces objetos vueltos sujetos, otorgando una voz a estos objetos que animándolos de cualidades humanas se van posicionando de un alma, alma que el propio sujeto va depositando en los objetos los cuales tomen responsabilidades humanas y a la vez el humano se deslinde de responsabilidades y a su sin-sentido, ya le den un sentido, preparado, elaborado, construido e ideal para él y su “bienestar”, es como si la sociedad quisiera volverse máquina para poder explicarse, para poder saberse.

En este tema, es importante recalcar que “el gran invento del capitalismo fue una enorme alucinación: vio el humano una mercancía, y al lobo feroz se le hizo agua la boca” (Manero, 2012), entonces lo sujetos se quieren volver objetos, esperando trascender su caducidad como mercancía, como objetos desechables que esperan el basurero de la vejez o el desempleo. Es claro que entre más compleja es la organización social, más aumenta nuestra ignorancia sobre la misma (Weber, citado en: Manero, 2012), construyéndose un mundo, en medio del deliro, el delirio colectivo y cooperativo.
Según Manero (2012), existe la poesía enferma, la de la repetición y el sinsentido, pero aquella poesía iluminada se puede observar en la oscuridad de la locura donde se encuentra apenas levemente, pero, ¿qué sucede con esas personas que defienden esa parte de sujeto queriéndose liberar de esa prisión capitalista?, son marginados, categorizados, ridiculizados y muchas veces hasta asesinados.

Existe una invitación al autoengaño, a la apariencia del todo está bien, cumpliendo con las reglas del buen vivir: “sé buen padre” “se buen hijo” “estudia una carrera” “cásate”, entre otras muchas normas morales. Lo importante aquí es que muchas o la mayoría de veces las vías más adecuadas para la satisfacción pulsional (que caracterizan al sujeto) no son como la sociedad lo exige, sin embargo, entre un sin fin de opciones por las cuales el humano pudiera desarrollarse y expresarse, se reducen solo a aquellas que le están permitidas y además, que le sirvan a un sistema capitalista que además de fabricar hombres de buena calidad para la producción, decide cómo expresar aquellos sentimientos como el amor, la tristeza, la traición, la bondad, el altruismo, entre otros inventos capitalistas que busca el control de la economía, de las emociones, de los sentimientos y además motiva a ser partícipe del juego capitalista, es decir, el dinero que gana un trabajador con una rutina diaria, es “libre para gastarlo en lo que se quiera”, pero en ese querer, en esos gustos creados, ya se implementó un gusto elaborado, un gusto construido no por fuerzas deseantes, sino por fuerzas impuestas, entonces, se gasta en marcas, diversiones, las cuales van encaminadas a regresar ese mismo dinero al sistema y así, sucesivamente. Entonces habría mucho que reflexionar, sobretodo en el tema del “andar”, andar por andar o andar hacia nuestro deseo, que es otro tema por elaborar. Pero, ¿qué tanto mi deseo es el deseo del otro? Tema nubloso hasta el momento, sin embargo sería adecuado preguntar, ¿cuántos asumen el deseo para procurársela a sí mismo? , el caso de Antígona es un ejemplo de la persecución de su deseo y la diferencia ante los demás, Antígona hija de Zeus, buscando el entierro digno de su hermano al cual Creonte (el nuevo rey) deposita un rencor y odio hacia él y se impone a ese entierro, ella expresa:

Le dice Antígona a Creonte en la tragedia de Sófocles (442 a. C.): "Todos éstos te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana". 

En ningún momento se arrepiente ni da marcha atrás, los motivos que están detrás de ella es la derivación en acto de su propio deseo y estando en una posición de arriesgar la vida, se convierte en una víctima terriblemente voluntaria y aunque tiene la opción de detenerse, de recuperar la posibilidad de llevar a cabo una vida de mortal no heroica ya destinada a ella, elige dar la vida persiguiendo el deseo, que la caracteriza como sujeto, el ejemplo de ser un objeto en lugar de sujeto es su hermana Ismene, la cual por miedo y por imposición actúa de forma alienada, independientemente de que sus valores, de sus creencias, de su deseo y complaciente, accede a las decisiones que le impone su rey Creonte.

Un sujeto, es un sujeto de acción que actúa sobre los objetos, que elige y se hace responsable de su deseo, pero basta con revisar el síntoma social en el que se vive, el síntoma de la desmotivación y de desesperanza, de la creación de un alma fuera del sujeto posicionándolo en él objeto. Freud (1901), señala en Psicopatología de la Vida cotidiana, los chistes, revelan cuestiones inconscientes, deseos reprimidos que emergen de una manera menos amenazante para el sujeto que a la vez que le permite manifestar cierta agresión; por ello, sería importante poner atención en los chistes que circulan en el sistema, chistes como, “los Godínez” memes mexicanos donde la burla a la ignorancia es bastante común.

Según Foucault (1980), uno no puede escapar nunca a las relaciones de poder; jamás, pero si se puede modificar la manera en que está se ejerce. Apuntaría uno a una modificación permanente, al cambio estratégico y el asumir un papel dentro de ese poder, el poder como sujeto, no como objeto. Se sabe el papel que toma el Ideal del Yo, aquel que tiene un aspecto social: este ideal que reúne una familia, una clase, una nación, que esta instituida con la finalidad del sufrimiento institucional creado por un capitalismo. Cada individuo es víctima del capitalismo en sus variantes, del socialismo, de los regímenes feudales y despóticos que indudablemente han dejado su huella en la sudorosa cara, entonces uno se argumenta, ¿con quién hablo cuando me cobran el supermercado?, ¿es su necesidad de hacerse algunos centavos?, ¿es el conflicto familiar?, ¿son las ganas de llevar a la novia al cine?, ¿son todos esos discursos a la vez?, se pensará en algún momento si ¿es el odio masivo a los lunes?, o ¿ es el odio al capitalismo?, ¿es euforia porque sea viernes?, o ¿es el odio al capitalismo?. Ahora bien, planeando el fin de semana “libre” del trabajo arduo, con la pesadez de la semana y el cansancio, ¿cómo se decide pasar ese fin de semana? Yendo a divertirse como se ha dicho que se encuentra la diversión, yendo al cine, a la plaza, a gastar el dinero que costó cansancio, horas de transporte, pesadez y amargura, regresándolo al sistema, para volverlo a ganar y volverlo a gastar de la misma forma. Ir a la plaza de compras para cubrir un vacío, entonces la idea de que lo que se tiene es lo que se vale, en ese momento se deja al sujeto y el objeto adquiere un fantasma de sujeto, así el objeto posee historia, belleza, voz y ya no es el sujeto el que habla, son ese conjunto de objetos cargado de cualidades humanas. La humanidad cae en la trampa capitalista: compras compulsivas, adicción al videojuego, al consumo compulsivo, ese PlayStation que se coloca como sujeto para cubrir un vacío, los padres que se sirven de la Tablet para sus hijos y no hacerse cargo de él, el problema del consumo de drogas tiene que ver con el mismo sistema, es el contexto lo que motiva caer en ellas, entre otras cosas que se pueden considerar.

De esta manera se invita a la autorreflexión crítica que tiene que participar en los procesos de resistencia y transformación social para acceder a una acción moral, pero sin desconocer los límites de nuestra condición humana como sujetos, animando al sujeto y no al objeto como tal. Conservando la esencia más íntima que caracteriza al sujeto de los demás, salvaguardando los aspectos de acción que llevan al sujeto considerarlo como tal. Un desprendimiento ante un mundo materialista que vuelve sujeto al objeto porque en él objeto deposita su carga libidinal y de amor perdiendo la identidad, la personalidad, dándole esa alma a un ente pasivo, sin acción, estático, convirtiéndose el sujeto como tal. La urgencia de atender esta subjetividad término oscuro y difícilmente abordable, donde la falta, el vacío social se vuelve un síntoma el cual atender, enfocar y así como en la clínica, con eso, trabajar.

Karla Caravantes

Bibliografía


Foucault, M. (1980) Microfísica del Poder. Edissa: España Pp. 175- 189

Freud, S. (1901) Psicopatología de la vida cotidiana. Obras completas, Amorrortu: Argentina

Manero, R. (2012) Grupos e Instituciones, Subjetividad y Colectivos. UAM-Xochimico: México


Marcos-Turnbull, R. (2015) Antígona, o la victoria de Eros. Editorial: Me cayó el veinte: México

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