Una
de las cosas más chingonas de esta vida es disfrutar de los ciertos roces que
desencadenan amor por lo desconocido, la aventura, el riesgo. Lo que se ve es
lo menos real, solo se existe por lo no pronunciado, o ¿acaso vas desnudo por
las calles? Si, a veces se antoja, como un grito desesperado que diga... esto
es lo que soy y estoy en mi cuerpo.
Nos enamoramos por aquello que nos hace diferentes al resto, es gracioso como algunos se esfuerzan en la perfección ignorando que es lo contrario los que hace salvaguardar la esencia, si se es perfecto... ¿qué te haría interesante? La gente enferma de perfección.
Que
afortunado serle fiel al deseo por medio del olor, de la mirada, de la pasión,
en aquello donde el corazón no se constipa, donde florece, donde se acrecienta.
Me reconozco y siento que quiero a todo el puto mundo. Hasta a aquellos que se
han atrevido en hacer un tipo de daño a mí ser, en esos momentos, me vuelvo
inmortal. Donde las personas que se ponen enfrente y estorban, en realidad
no estorban, me impacta su anulación de mi presencia y al mismo tiempo
aprovechó para decir, aquí estoy, existo, con permiso, pasó, sigo caminando,
brincando, bailando, llorando, sonriendo.
Nunca rezo, porque no hay nada que tenga que pedir tan importante a alguien más que a mí. Pido que mi lenguaje no se formalice en palabras idiotas institucionales donde se finge ser alguien que no se es, pido seguir bailando ante el movimiento arrítmico de la vida con pasos que sean armoniosos a mi sentir y pensar. Espero nunca más dormir más de ocho horas por "bien-estar" sino por la gracia de estar, si duermo tres y desvelo, estaré encontrándome, sabiéndome, teniéndome.
Karla Caravantes
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